miércoles, 3 de diciembre de 2008

El efecto boomerang del cambio


Entre el cambio social y el
impasse del individualismo


Las temáticas de las últimas sesiones de Sociedad, Estado, Economía y, aún Lenguaje y los Talleres con que iniciamos esta aventura académica, entre la responsabilidad laboral y la universitaria, me van perfilando una doble sensación como persona que me motiva compartirles.
Por una parte, el sentido de compromiso que asume cada universitario y lo expande en sus ámbitos familiar, de trabajo o individual, lo podemos observar en los resultados y decisiones que cada cual se dota o se procura. Sin embargo y, por otra parte, me he llegado a preguntar en estos días nacionales y mundiales aciagos: ¿qué puedo y debo hacer ante este entorno kafkiano, absurdo y de incompetencia? ¿Qué podemos hacer en el aula, en la calle, en el trabajo, para generar el cambio individual y desde ahí el familiar o grupal?
Recuerdo lecturas, activismo, participaciones pasadas y las últimas sesiones que he experimentado en la Facultad y hallo algo recurrente en estas dos décadas de experiencias de todo tipo: la tendencia al cambio reversible, un efecto boomerang; pasamos de una sociedad organizada y demandante entre los años 60 y 80, a otra entregada, individualista, receptora de modas mediáticas.
Hoy en día, no sólo la tele y el aislacionismo del chip ha socavado esos intentos de sociedad civil pro derechos humanos, políticos y laborales. Ahora somos nosotros mismos quienes nos negamos a traspasar la línea de la demanda cívica unitaria: fraudes electorales, spots demenciales, tenencias de autos ficticias, chantajes teletoneros en ascenso, narcopolítica engañabobos, Gordillo-Slim-Calderón S.A. y, para colmo de males, sanitarios de posguerra y acciones de "trabajadores" sindicalizados y de "estudiantes" en las Facultades de la UNAM que dan terror, como la del viernes 28 de noviembre. Parece ser que nadie nos percatamos de las chelas, pases, botanas y condones que nos legaron los compas en la explanada de nuestra estoica Facultad. Ese campo de refriega con todo y mariachi era, más que una presunción de saber armar desmothers, un documento vivo de las Fuerzas Armadas de nuestra Real Conciencia Individual, vuelta alegoría de los últimos acontecimientos: basura, basura y más basura, como en los patios de Gobernación, del SNTE, del SITUAM, del PRIAN-PRD, del nuevo vecino Obama y sus patrones financieros...
¿Hay razones para el optimismo? Yo creo que sí, en la medida que cada uno agregue un valor de cambio a cada actitud y paso que da en lo que realiza o se desarrolla. Los basureros allí están. La limpieza, reza un dicho popular, no consiste en barrer, sino en evitar el cochinero, en no ensuciar más lo que se puede evitar barrer. ¿Alguien recordó los cochineros de la elección del 96, la del PRD, el "accidente" de Mouriño, el altruismo (deducibilidad de impuestos) del Teletón, la guerra santa de Bush, entre otras perlas postmodernas?.
El impasse, el trance que vivimos las personas, como tales, en la actualidad convulsa, no es otra cosa que el signo de la incertidumbre y la ignominia que permitimos desde lo individual hacia lo grupal. Es más cómodo, efectivamente, no tomar decisiones y compromisos y esperar a que "otro" lo haga, sean las susodichas élites que deciden o nuestra actitud personal que elige ante un hecho cualesquiera. Ya veremos. Al tiempo.

2 comentarios:

Ma. del Pilar Rico dijo...

Considero tu reflexión muy válida y aún más cuando a lo largo de tu vida profesional has observado esos cambios que van desde las décadas en las que los jóvenes se organizaban por un ideal, hasta nuestros días que el individualismo es el pan de cada día.Sin embargo ¿quién dice que todo está perdido?

Diana dijo...

No, no todo está perdido. Pero es tiempo de despertar y aceptar que el cambio no empieza en los demás si no en uno mismo. Hagamos un examen de conciencia y, ¡por favor!, seamos sinceros: ¿hoy nos pasamos una preventiva o un alto?, ¿no le dimos el asiento a un anciano?, ¿nos metimos en una fila?, ¿hicimos alguna trampa? parecen cosas inofensivas que no le hacen daño a nadie pero si sumamos las trampas de todos, las vueltas en doble fila de todos,el poco respeto de todos entonces tenemos como resultado el México moderno, este en el que uno es lo más importante para uno; el que transa es un fregonazo, ¡ah, qué gente tan lista! y el que no, pues que pen...sante. Y así el individualismo reina, o ¿a quién le gusta ser el pensante?. Bueno, yo me acuso de impuntual y deberé empezar a corregir este hábito grosero, aunque mi cama me aprisione los sábados en la mañana... Pero hay que empezar con uno mismo.