Como confirmación de lo visto en clase, acerca de las coincidencias en los titulares de los periódicos que revisamos, el caso Paulette. Confieso que en principio no estaba muy bien enterada, pero estar de vacaciones me dio el tiempo necesario para conocer los detalles del caso, aún a mi pesar: la TV abierta y algunos noticieros por cable le dedican aproximadamente 45 minutos diarios al caso. Ni qué decir de internet y prensa escrita...
Así las cosas, no creo que alguien no haya, al menos, escuchado del asunto; vamos, hasta teorías en YouTube hay (como dato ocioso, hay unos 5,000 resultados para la búsqueda de Paulette, o más específicos, 121 para Niña Paulette; los videos relacionados tienen MILES de reproducciones: por lo menos dos tienen más de cien mil...) ¡Es el colmo!
Les dejo la opinión de Álvaro Cueva, en Milenio.com, que viene como anillo al dedo:
Un circo llamado Paulette
Qué circo tan más pavoroso el de la niña Paulette. Que si la mataron, que si no la mataron. Luego, que si la mató la mamá, que si la mató el papá, que si la mató una tercera persona. ¡Hagan sus apuestas, señores!
¿En qué momento nos terminamos de descomponer como sociedad para jugar con una historia tan macabra como ésta?
¿En qué punto los medios de comunicación perdieron la brújula y decidieron que ésta iba a ser la nota del mes?
¿Para quién están trabajando las autoridades? ¿Para la justicia, para la opinión pública o para impedir una catástrofe política?
Le voy a decir la verdad. Cuando me enteré de este caso dije: ¿Y?
Sí, ¿cuál es la relevancia de que una niña bien desaparezca de su condominio inteligente en una zona nice del valle del México cuando todavía no acabamos de hacerle justicia a decenas de niños que murieron quemados en Hermosillo, Sonora?
¿Como para qué tendríamos usted y yo que detener nuestras actividades para buscar a esa chavita habiendo cientos de niños mexicanos perdidos, robados o utilizados en actividades de lo más vergonzosas, por los que nadie pega ni un triste letrero en los tableros de los supermercados?
¿Qué tiene esa niña de especial cuando el mundo entero le está exigiendo respuestas a Benedicto XVI por miles de violaciones cometidas contra menores de edad por parte de sacerdotes católicos?
¿Quién era Paulette como para desviar los análisis que se estaban haciendo de lo que pasó en el Bar Bar, en el Tec de Monterrey, en Durango, en Ciudad Juárez, en San Pedro Garza García y en varios puntos del estado de Tamaulipas?
Evidentemente fue una cortina de humor muy barata que debió haber sorprendido, primero que a nadie, a los que cometieron ese delito (hayan sido quienes hayan sido), porque ante el régimen de impunidad en el que vivimos, lo menos que cualquier criminal hubiera esperado era que se le diera seguimiento a este drama.
¡Cuántos casos conoce usted donde las averiguaciones previas tardan años, donde nunca encierran a nadie y donde, cuando aparecen los culpables, salen a la calle al poco tiempo como si sólo hubieran cometido una travesura en casa de sus papás!
Misteriosamente, con Paulette todo es diferente. El largo brazo de la ley es muy largo, muy rápido y muy fuerte, como en una película, como en una serie de televisión.
De hecho, la televisión, la radio y la prensa escrita están jugando un papel muy interesante en este cuento, porque, como por arte de magia, se olvidaron de todo lo demás y se volvieron a convertir en ministerios públicos paralelos.
A lo mejor usted no lo aprecia porque se mueve en otros ámbitos, pero no es común que los medios tradicionales como la radio y la televisión monten guardias y hagan transmisiones en vivo para cubrir una noticia.
Eso sólo se hace con gente como Paco Stanley, Gloria Trevi o Salvador Cabañas.
¿Por qué? Porque eso cuesta una fortuna, porque los medios tradicionales son un negocio chapado a la antigua y porque en los negocios chapados a la antigua si no hay una garantía de recuperación, la unidad de control remoto se queda estacionada.
¿Qué garantía tenían estos señores de que Paulette les iba a dejar tanto dinero como Alejandra Guzmán? ¿Cuál era su respaldo económico?
No sé usted, pero yo, por ejemplo, hasta el día de hoy no tengo claro quién mató a Luis Donaldo Colosio, pero con Paulette hubo profesionales de la comunicación que desde el primer momento juzgaron, condenaron y alucinaron. ¡Por qué!
Además, en un estado priista, en el estado de Enrique Peña Nieto.
¡Ya! Seamos sinceros: ¿quién ordenó que Paulette fuera la estrella de la temporada? ¿Quién cambió las prioridades de los medios para que todo el mundo hablara con tanto fervor de esta niña?
¿Qué instancia hizo que la autoridad se moviera como normalmente no se mueve para generar información a cada instante? ¿Qué era de lo que teníamos que dejar de hablar?
Y reflexionemos también sobre nuestro papel como consumidores de información: ¿Por qué nos dejamos?
¿Por qué sucumbimos a la tentación de esta historia, en lugar de darle su justo lugar como parte de la avalancha de notas rojas que recibimos a cada rato?
Qué circo tan más pavoroso el de la niña Paulette. Pavoroso por ella, pero más por nosotros, por nuestros medios y nuestras autoridades. ¿A poco no?
¡Atrévase a opinar!
Fuente: http://impreso.milenio.com/node/8745590
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