miércoles, 28 de abril de 2010

Pereira y la espiral del silencio

Ya veremos, dijo Pereira, de todos modos el Lisboa es un periódico independiente.

Pereira tenía justificaciones suficientes para no opinar sobre la situación política de Portugal en la antesala de la Segunda Guerra Mundial. Por un lado, Salazar, presidente del país peninsular era amigo de Franco, era también dictador, violento y católico. Pereira había perdido a su adorada esposa y “hablaba diariamente con ella”, pidiendo su opinión y consejo; él ya era viejo, vivía bien y sin meterse en problemas. ¿Por qué habría de cuestionar los “malos modos” del gobierno en turno, si podría aislarlo socialmente y quizá hasta llevarlo a la muerte antes de tiempo? Para Pereira, era más importante vivir y dejar vivir. Además, no podía hacer ningún movimiento extraño, porque la portera del edificio donde vivía “tenía un esposo policía” que estaba al pendiente de todo lo que hacía Pereira y lo reportaba con singular gusto. Definitivamente, no había razón para salir de su zona de confort ni tratar de escapar de la espiral del silencio en la que se había refugiado.

Pero su encuentro con la pareja de jóvenes revolucionarios cambiaría su vida y haría que apareciera su espíritu periodístico, de denuncia y búsqueda de la verdad. ¿Acaso simpatizaba con los jóvenes sin saberlo? ¿O realmente lo sabía pero no quería admitirlo? Lo cierto es que una vez que descubrieron y mataron al joven revolucionario en su propio departamento, Pereira dejó que se manifestara su verdadero yo y en complicidad con su amigo, el encargado del restaurante donde comía, persuade y convence al jefe de las rotativas del periódico de publicar un artículo en el que definitivamente deja salir su observación de todo el ambiente que le rodeaba en el Portugal de la tercera década del siglo XX.

Tuvo que renunciar a su tranquilidad y salir huyendo después de entregar el artículo, pero se va con una sonrisa de satisfacción que incluso lo hace ver más joven y feliz. Además, lo había decidido en complicidad con su querida esposa, quien desde el más allá definitivamente le apoyó. Pereira lo logró, quizás obligado por las circunstancias, pero ¿cuántos hay que prefieren quedarse callados para seguir “disfrutando de tranquilidad” y “evitarse problemas”? La decisión de Pereira nos invita a reflexionar y preguntarnos ¿Cuántas veces he pertenecido a la espiral del silencio en la escuela, en la familia, en la sociedad? ¿Qué se necesita para salir de la espiral del silencio? ¿Decisión, valor, convicción? ¿Cuáles son sus consecuencias? ¿Ser diferente, señalado, aislado? ¿Siempre podemos, y más importante, siempre debemos salirnos de la espiral?

No sólo va más allá de la ética y la libertad de expresión. Salir de la espiral del silencio, sostiene Pereira, tiene más de una consecuencia…

Bibliografía
Noelle-Neumann, Elisabeth, The Spiral of Silence: Public Opinion-Our social skin. (1984).
Noelle-Neumann, Elisabeth, The Theory of public opinion: The concept of the Spiral of Silence. (1991).

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